29 de noviembre de 2010

Ser la X a despejar en una ecuación de tres incógnitas.

24 de noviembre de 2010

Des-intoxicación y buenos hábitos.

Borrarse del mapa, meter tu propio nombre entre paréntesis; dibujarte borrosa, pasar desapercibida. El arte y la penitencia del olvido de los detalles, del gesto, la sonrisa. Cerrar los ojos y que el mundo no sepa de miradas en un par de parpadeos.

Difícil como un domingo sin resaca, como el camino que pretendimos andar, como un trabalenguas en el puente del paladar buscando un sacacorchos para las palabras. Difícil como la rendición del ejército de soldaditos narcolépticos que pretendieron conquistar tu mundo. Improbable como hacer una lista de porqués y que nos sirva a todos de resumen.

22 de noviembre de 2010

Encantada.

Hago hueco para cuantos quepan con el propósito de que llegues tú. Soporto la ola de calor, ráfagas de violento frío y toneladas de incertidumbre sin corazonada. Me paro en una esquina de la sala de espera con la perspectiva de un punto ciego.
Me dejo sorprender de madrugada, por ti, porque aunque no sé qué pasa, la simple caricia de la sensación me convence, entras para que no pueda dormir y pase el doble de frío a la noche siguiente.

Encantada de no ser lo que buscas, intentaré no dejarme engañar por los duendes de tu media sonrisa cuando jueguen a convencerme de lo contrario.

21 de noviembre de 2010

20.11.2010

Era irónica y ambiguamente fría, se cubría de algodón acostumbrada ya a llevar todo a flor de piel.

19 de noviembre de 2010

V

David me presenta, cuenta que nos hemos cruzado de camino y que somos amigos de cuando vivía en Cantabria, les dice que me quedaré en el salón hasta que encuentre otra cosa. Trato de memorizar los nombres, Jaime, Laura y Cristina, el primero me mira e, irónicamente, espeta -¿Así que guitarrista, eh?, ¿Qué tocas?- la lengua se me balancea, no es que sea la pregunta más difícil del mundo, pero pocas veces me he parado a pensar en qué estilo de música toco exactamente, de hecho, tengo canciones que no sabría decir qué estilo son.

Alguna tarde de un despistado martes ha sonado a rock suave, cualquier miércoles pude volver a caer en las manos del blues, en ese momento me convencí de que jamás he encontrado nada que me retuerza tanto el alma. De pronto, por casualidad llegó un viernes en compañía de una cejilla en el tercer traste, el reggae se asomó por mi guitarra con sus mejores galas, instantes eternos tallados a piedra, fuego y papel. A cualquier hora, para todos los gustos. Pese a todo, no soy capaz de contestar a Jaime con cualquier otra estúpida frase mal calibrada diferente a – Intento tocar un poco de todo…-. Él me cuenta que toca en un grupo, U-topic, dice que esta noche actuarán en Huertas y me aconseja que me pase por allí. La hermana de Cristina es la vocalista del grupo.

10 de noviembre de 2010

IV

David continúa contándome sus andaduras por el mundo, el kilometraje de sus amoríos y el peso de las oportunidades que no llegaron a más. Es extraño, desprende una especie de frustración serena que, lejos de quitarle el sueño, suena a una mezcla de acordes resignados acompañados de sutiles punteos en forma de esperanza. La vida a menudo se me parece a los cuadernillos RUBIO que hacía de pequeña. Cada día me es un poco más evidente que las cosas no consisten en que todo salga bien o tal cual lo habías planeado, puede que lo que realmente valga sea saber adaptarse a los bocetos que te dibujan y, sin duda, añadirle matices en esa búsqueda de nosotros mismos y nuestro lugar, hasta que un día, te divides entre el tiempo y te sorprendes de cuánto ha cambiado esa otra que te mira desde el espejo.


Bajamos en Atocha, me aturden la cantidad de metros que quedan por encima de mi cabeza antes de que mis ojos alcancen el techo gris ceniza, cogemos el cercanías con dirección Sol, conforme voy saliendo del túnel de metro noto el abrazo del frío, en un principio disimulado, una vez fuera guardo mis manos en los bolsillos y echo a andar. Por el camino David me cuenta que lleva 4 años viviendo en el mismo piso, lo comparte con 3 personas más, dos chicas y un chico. Asegura que no hay problema en que me quede allí el tiempo que necesite, pero no me tranquiliza. Si la situación no fuera tal como es; si tuviera otro cabo ardiendo al que agarrarme y, sobretodo, si no me hubiera prometido averiguar por ensayo/error la ambigua existencia del destino, David y yo nos habríamos despedido en la boca de metro.


Subimos por la calle Carretas y llegamos a su edificio, un tercer piso. Abre la puerta, calculo unas cuatro personas en el salón, juegan a las cartas sentadas en un sofá granate en forma de L. No me gustan demasiado los juegos de cartas. Odio el baile de faroles y me incomoda la agresiva y, a su vez, sutil estrategia de manejarme entre ases. Aún así, no puedo (ni quiero dejar de) disfrutar ganando equis partidas entre tantas, regodearme para mis adentros de la buena jugada, saborearla y en la siguiente ronda volver (a volver)a perder, adaptarse, levantarse, aprender.. por ese orden, aunque las cartas vayan al piso y, desde el primer punto, hayamos dejado de hablar de un juego de azar, de casualidades estrelladas, de oportunidades perdidas..

7.11.10

Una canción me planta un llave improvisada en la caja de fumadores de Barajas.

Siempre a tiempo; siempre cuando menos lo esperas, siempre Sabina barriendo cenizas donde nunca se libraron batallas.

4 de noviembre de 2010

Tengo al pasado gritándome en el oído, echándome en cara hasta lo que ya ni recuerdo, con un dardo de hielo y un castigo determinado por el tiempo.
Es como cuando después de todo te encuentras con tu otra parte, la mas escurridiza, la que tampoco les llamará hoy, la que cada vez está menos.

Fumando hachís ante las grandes puertas de madera que nunca se le cerraron, no sabe ser capaz de pedir/les perdon/es y seguir siendo la misma.

2 de noviembre de 2010

Subimos por la calle Carretas y llegamos a su edificio, un tercer piso. Abre la puerta, calculo unas cuatro personas en el salón, juegan a las cartas sentadas en un sofá granate en forma de L.
No me gustan demasiado los juegos de cartas. Odio el baile de faroles y me incomoda la agresiva y,a su vez, sutil estrategia de manejarme entre ases. Aún así, no puedo (ni quiero dejar de) disfrutar ganando equis partidas entre tantas, regodearme para mis adentros de la buena jugada, saborearla y en la siguiente ronda volver (a volver)a perder,adaptarse, levantarse, aprender.. por ese orden, aunque las cartas vayan al piso y, desde el primer punto, hayamos dejado de hablar de un juego de azar, de casualidades estrelladas, de oportunidades perdidas