22 de noviembre de 2010

Encantada.

Hago hueco para cuantos quepan con el propósito de que llegues tú. Soporto la ola de calor, ráfagas de violento frío y toneladas de incertidumbre sin corazonada. Me paro en una esquina de la sala de espera con la perspectiva de un punto ciego.
Me dejo sorprender de madrugada, por ti, porque aunque no sé qué pasa, la simple caricia de la sensación me convence, entras para que no pueda dormir y pase el doble de frío a la noche siguiente.

Encantada de no ser lo que buscas, intentaré no dejarme engañar por los duendes de tu media sonrisa cuando jueguen a convencerme de lo contrario.

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