24 de febrero de 2011

Me he fumado mi don en las entrelineas, se fueron con los propósitos de cualquier principio de año. Al tiempo, la chica que está sentada en la ventana no se cree lo que le ha pasado, no lo sabe, pero aún no ha llegado lo mejor. Tiene una intuición, un propósito intacto en aliento, presencia y ganas de no ser, pero hacerlo sencillo.

La pausa de lo que corrió a la velocidad de la luz. Imagina, piensa y dibuja las comas de su vida, le hace un rizo a un recuerdo y lo coloca detrás de su oreja.

22 de febrero de 2011

Los estados alterados solo causan buenas-malas ideas.

Quiero café, y lo quiero contigo.
Algún día llevaré a cabo mi patético plan y haremos pasar todo esto por casualidades de la vida.

17 de febrero de 2011

Yo, y para variar elevaremos el ego al máximo exponente, podría ser la envidia de cualquiera que ronde los 25 que, por cierto, los cumplimos pasado mañana. No es cuestión de fulminarse o subirse a un pedestal al afirmar esto pero, reconozcámoslo, se me supone el mundo hedonista al alcance de las manos. Podría ser la envidia aunque me dibuje a años luz de serlo, pero sería capaz de escribirlo de tantas formas diferentes que podríamos hacerlo pasar por enfermedad o malos hábitos.

Who knows

16 de febrero de 2011

Quiero una nueva capa de pintura en la pared. Entrar y encontrar una habitación nueva. Pararé, creo que no nos estamos entendiendo. Es hablar de habitaciones e imaginar sábanas revueltas, un guiño al último desvelado del mundo y espaldas. ¿Qué hubiera sido de nosotros sin las espaldas?.
Tampoco es esto a lo que me refería, traté de madurar una sensación y aún no sé si me ha salido bien. Del pseudohipoteticofracaso me recompondría acompañando un porro con un vaso de leche fría. Por lo menos trataría de empezar así. Me he quedado con las ganas de un café contigo, el de después de comer se ha peleado con el sin sabor y parece descafeinado. No se decide a sonar la canción perfecta y al final no he dicho nada, pero me he preparado un reconfortante trago de palabras.

7 de febrero de 2011

B-

Elegir No para que, sentada, nunca esperes el gesto afirmativo. Ante todo, evita la exigencia… mi olmo nunca ha sido rico en peras. Puede que se agotaran las reservas de azúcar que, con más o menos constancia, me encargué de recoger en cada desayuno. No pasa nada, no se vive tan mal entre diabéticos, pero por las noches el frío amenaza con colarnos alguna que otra trampa bien maquillada. (...)

3 de febrero de 2011

425

Tenía su cueva, su tranquila y privada cueva milimétricamente recorrida. Era una encrucijada de todo con grandes dosis de nada. A veces puede ocurrir cualquier cosa pero, por alguna razón, le costaba creerlo los domingos.

Últimamente le costaba crear su cadena de argumentos, cayó por las escaleras, perdió sus mejores eslabones y cubrió su espalda subiendo peldaños torpemente. Los martes y jueves pasaron a ser viernes y un domingo, líneas a cortar y una fotografía entre los libros.

En la fotografía sonríe la chica favorita de Madrid, las miradas la siguen desde lejos. Nadie lo sabe, pero hace tiempo que no le roban un par de líneas. Hojas en blanco que de mayor quieren ser mudas. Era como dormir sobre un colchón muy antiguo, cada día lo llevaba un poco peor, pero siempre se acababa acostumbrando, o eso se hacía creer.


Olían a tabaco, todo el mundo sabía que aquella canción hablaba de sexo y, pese a la frustración del narrador, nadie quiso besarse.

1 de febrero de 2011

Tenía toda la tristeza del mundo metida dentro del pijama(...). Podía escuchar a cualquiera que hiciera ruido. Sabía que antes de que acabase el día se sentiría un Dios o un imbécil. Notaba que algo se iba desgastando dentro, lo notaba de verdad, como la pila de una linterna. La gente hablaba de aeropuertos y lavadoras, pero él sólo podía pensar en huracanes.

Una chica le dijo que nunca llegaría a nada. Desperdició un pase de gol. Su madre pensó que él pensaba cosas que no pensaba. Se sintió mejor cuando alguien le dejó solo. La gente dice que no es normal porque no consigue sonreír los lunes. Los lunes le decían: Esto es lo que hay, pero él se sentía como si le estuviesen metiendo los dedos en una picadora. Le hablaban de trenes y domingos y él sólo podía pensar en huracanes.

Héroes