Hay un cuarto en el que aún no he dormido, tiene una de esas grandes ventanas que dan a un enjambre de edificios que, orgullosos, dan la espalda al emblemático gigante que perseguí con la mirada.
Hay un desconocido mes de agosto que se retrata desenfocado, una extraña tranquilidad turbada y muchísimas ganas de cambiar paredes. Se me revuelve una inquietud, un hueco para la guitarra y tantos ojos para ver lo que viene, que no me espero nada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario