Esos jóvenes mas o menos descarriados de los que se habla en los telediarios; la generación más preparada académicamente y la que, dicen, peor lo pasará en el futuro. Los hijos de puta que dejamos latas o bolsas por los suelos de cualquier plaza con nuestras miserias y grandezas mas alguna historia para no dormirse.
Los niños de las Game Boy Color, cigarros en la puerta del instituto y la banda del patio. Difuminadas historias de Miguel Ángel Blancos que tardamos en comprender. Noches y más noches que por despiste se nos eclipsan en la segunda década, los gloriosos 20. Alguna vez me invitó a su azotea una campanilla sin vestido verde y grandes dilataciones. Los incrédulos asienten, el más sordo puede bailar esta canción.
30 de abril de 2011
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