26 de octubre de 2010

Es tarde, hace aproximadamente medio día estaba en la estación con un frente de preguntas y su fuego a discreción. No recuerdo detalladamente lo que ha sucedido desde entonces hasta ahora, me aturden las caras nuevas, el vaivén de las historias, los intereses, veo fluir la genialidad en un piso de Tribunal, la humildad disfrazada de postureo, el quiero y no puedo en una misma sala y, de pronto, estar ahí. El sutil roce, tu respuesta, que te vayas, vuelvas.. y que aquí no pase nada.


Tengo entre mis manos algo que suena pero que no se deja cantar, a veces suena a nuevo, otras al mismo perro con distinto collar.

24 de octubre de 2010


Puede que todo esto empezara un fin de año, quizás sucediera después de las 4 de la mañana, había ruido y un sofá, por otro lado estábamos un trofeo a modo de cenicero y yo preguntándonos la estúpida cuestión que desencadena la última página del calendario.

Después del todo, lo simétrico se ha empeñado en mostrarse asimétrico, los tonos graves ahora cantan en agudo, y un domingo gris, después de todo, sigue manteniendo el riguroso luto.

Las prioridades se empeñaron en pesar, en pender de un hilo. Asumo la responsabilidad que me pueda corresponder tanto como me aprovecho de los beneficios que conlleva.

12 de octubre de 2010

III

Al tiempo llegamos a Valladolid, parada estratégica. Bajo y me siento en el bordillo de la acera. Ni siquiera recuerdo qué he podido meter en el bolsillo de la guitarra, rebusco entre recibos y mi mano no encuentra nada más que un mechero sin nada que encender. Entro en la típica tienda de gasolinera y me pongo en la cola, tres estanterías a la derecha veo una cara extrañamente familiar que me mira, se acerca sonriendo – A tí si que no esperaba verte por aquí- dice. En décimas de segundo consigo reaccionar, es David, no lo veía desde aquel día que vino a la universidad para despedirse, se iba a Madrid a probar suerte. Tan sólo estuvo con nosotros el primer año de carrera, le costaba aparecer por la facultad y, cuando pasaba, era fácil encontrarle en las escaleras riendo. Nos llevábamos genial, a él le encantaba actuar y la música, de hecho, fue quien me enseñó el primer par de acordes.

Aún no se si ha encontrado lo que iba buscando, sea como sea, hoy cogemos el autobús con la misma dirección, Madrid. Por el camino me cuenta que ha estado en una academia de actores, participa en algo de cine independiente y recorre las calles en busca de encontrar esa suerte en cualquier casting. Me pregunta para qué voy a Madrid, si tengo planes esa noche, dónde duermo... –Frena- le digo, intentando salir ilesa de esa ola de preguntas. Con la cabeza entre mis rodillas le comento que me estoy tomando un año sabático; que exactamente no se por qué, entre todas, he escogido Madrid y que por supuesto no tengo plan ni reserva en algún lado dónde quedarme, por lo menos, esta noche. Se ríe, no habla, pero acaba de prometerme la mejor entrada al año del limbo y lo surreal.

6 de octubre de 2010

G.c·




Es una tremenda conmoción
de las entrañas de la tierra;
todo ello parece
una tempestad petrificada,
pero una tempestad de fuego, de lava, más que de agua.

Unamuno.

II

Me tranquilizo, vuelvo a sentirme a menos velocidad de la que alcanza el mundo cuando las cosas se te escapan de las manos. Encuentro un folleto del horario de servicios, mis ojos leen la lista de oportunidades abiertas que salen a cada hora en punto – Galicia, Oviedo, Madrid,…Madrid-. Llámalo, incluso, llámame como quieras, pero sentí lo que te debe traspasar cuando te atropella una corazonada. Compro el billete y espero, tres cuartos de hora, en tres cuartos de hora salimos.

No para de llegar gente, tengo ese extraño cúmulo de nudos en el estómago y otro, más pequeño pero no menos incómodo, cerca de la garganta. Me levanto y allá vamos. Ya dentro me siento menos pequeña. Suena Reptilia, me acuerdo de ayer por la noche. Se nos escaparon de las manos las ganas de tentar a la suerte, la ironía, la noche en general y esta resaca en particular. Mítica última noche, como no podría haber sido de otra forma.

El viaje se me hace eterno, saco la libreta y trato de volver a escribir esa canción que siempre tengo en la punta de la lengua y tropieza con cada uno de mis dientes hasta rechinar. La he masticado tanto que cada vez quedan menos sabores dulces y agrios. Quién sabe, quizás un día te levantaste de la cama sin haberte dado cuenta de la prisa que se ha dado el tiempo en recorrer el camino y, de pronto, ese mismo día ves que ni tu vida ni tus prioridades son las mismas. Que por tu puerta ha entrado Resignación, ha hecho estragos y se ha ido dejando que Sorpresa te cuente el orden del día.

4 de octubre de 2010

Circ-o; Circ-undante; Circ-cunstancia.

Bienvenidos al circo, al deslizarse por verticalidades imposibles inventando un movimiento forzadamente natural. Atravesar invisibles alambres, buscar y agarrar el equilibrio. No se permite fallar ni una sola vez. Pelotas, aros, e incluso, elefantes lanzados al aire, esperar a que caigan y y mantener la maquillada sonrisa hasta que baje el telón.
El show siempre debe continuar.