1 de agosto de 2010

31.07.10

No intentes enterrar el dolor: se extenderá a través de la tierra, bajo tus pies; se filtrará en el agua que hayas de beber y te envenenará la sangre. Las heridas se cierran, pero siempre quedan cicatrices más o menos visibles que volverán a molestar cuando cambie el tiempo, recordándote en la piel su existencia, y con ella el golpe que las originó. Y el recuerdo del golpe afectará a decisiones futuras, creará miedos inútiles y tristezas arrastradas, y tú crecerás como una criatura apagada y cobarde. ¿Para qué intentar huir y dejar atrás la ciudad donde caíste? ¿Por la vana esperanza de que en otro lugar, en un clima más benigno, ya no te dolerán las cicatrices y beberás un agua más limpia? A tu alrededor se alzarán las mismas ruinas de tu vida, porque allá donde vayas llevarás a la ciudad contigo. No hay tierra nueva ni mar nuevo, la vida que has malogrado malograda queda en cualquier parte del mundo. Tengo veintidós años, y hablo por boca de otros.

(Beatriz y lo cuerpos celestes.)

Es reconfortante no volver a sentirse tan identificada con un par de líneas que alguna vez fueron lo más parecido a un espejo. Enciendo un cigarro, sonrío y guardo en pdf el libro de los amores ridículos

1 comentario:

pintamonadas dijo...

las cicatrices son..surcos en la piel, raices en los recuerdos. Nos enseñan a no olvidar

pd: me quiero leer ese libro

(: un besito